lista de soldados españoles en filipinas

Descubre la lista completa de soldados españoles en Filipinas Los auténticos últimos de Filipinas

Entre el 1 de julio de 1898 y el 2 de junio de 1899, un grupo de soldados españoles se vio sitiado por los insurrectos filipinos en la iglesia del pueblo de Baler, en la isla de Luzón. Durante 337 días, estos valientes hombres resistieron el asedio. Este acontecimiento, que es recordado como el sitio de Baler, fue una de las últimas batallas de la guerra entre España y Estados Unidos, la cual había concluido formalmente en diciembre de 1898 con la firma del Tratado de París. Aunque ambas naciones habían acordado un alto el fuego en agosto de ese año, España finalmente cedió la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. Por este motivo, aquellos soldados que resistieron en Baler son conocidos como "los últimos de Filipinas".

La caída de una gran potencia

Un giro en la España imperial de 1898: tras siglos de dominio colonial en América, la Corona sufrió un proceso independentista en el siglo XIX que la llevó a perder la mayoría de sus colonias. Al acercarse el fin de siglo, sólo mantenía bajo su control Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam. En abril de 1898, Estados Unidos entró en guerra en Cuba, que llevaba tres años luchando por su independencia. Mientras tanto, en Filipinas, el líder independentista Emilio Aguinaldo se había alzado contra el dominio español desde 1896 y había llegado a Manila. El jefe militar español, Fernando Primo de Rivera, logró repeler el ataque, pero también se preocupó por lo que estaba sucediendo en Cuba y buscó un acuerdo con Aguinaldo.

Mientras Primo de Rivera y Aguinaldo trabajaban en negociaciones secretas, los militares españoles se esforzaban por impedir que los insurgentes filipinos se abastecieran con armamento. Para ello, reforzaron un pequeño destacamento en la isla de Luzón, a unos 270 kilómetros al norte de Manila: Baler.

El peligro oculto en la congregación

Bajo el control inflexible del capitán De las Morenas, la resistencia en la iglesia se mantuvo firme a pesar de las noticias de la caída de Manila y el fin del dominio español en Filipinas. Sin embargo, un enemigo implacable, el beriberi, hizo su aparición, debilitando a los defensores. Conocida como “beri” en su lengua nativa, la enfermedad dejó a los afectados postrados y sin vigor físico, hasta su inevitable muerte.

Entre los sitiados, el primer en sucumbir fue el sacerdote Cándido Gómez Carreño. A finales de septiembre, cuando un soldado murió por disentería, De las Morenas recibió una carta informando sobre la rendición de Manila y el fin del imperio español en Filipinas. Sin embargo, el capitán lo consideró una estrategia enemiga y no le dio crédito, ni tampoco a las noticias posteriores.

Se iniciaron negociaciones entre España y Estados Unidos en París durante octubre, con la guerra llegando a su fin. Sin embargo, el beriberi continuó causando estragos dentro de la iglesia, cobrándose cinco vidas. La quinta fue la de De las Morenas el 22 de noviembre. El teniente Saturnino Martín Cerezo tomó el mando de la guarnición y cortó todo contacto con el exterior, convencido, al igual que el capitán, de que las noticias eran falsas.

días atrincherados

Aterrorizado por la llegada del coronel Cristóbal Aguilar a Baler a finales de mayo, el capitán Martín Cerezo se enfrentó a la obstinación de un Martín convencido de que Aguilar era un traidor. Aguilar tenía órdenes claras de evacuar a las últimas tropas españolas de Filipinas en el vapor Uranus, pero decidió abandonarlas y regresar solo a Manila el 2 de junio.

Aunque Aguilar había llevado consigo unos diarios, el capitán Martín Cerezo se negó a creer en su veracidad. Sin embargo, un día, mientras los hojeaba, encontró algo que le llamó la atención: una noticia sobre traslados militares que mencionaba al teniente Francisco Díaz Navarro destinado a Málaga. Martín lo conocía bien, era su amigo y habían despedido juntos cuando Díaz embarcó rumbo a Cuba. Martín recordó lo mucho que su amigo anhelaba volver a Málaga, donde lo esperaba su familia. ¿Cómo podía ser que los filipinos hubieran falsificado eso?

Tras hablar con el médico militar Rogelio Vigil y los dos curas que se encontraban escondidos en la iglesia, Martín decidió firmar la capitulación. A pesar de que los filipinos les permitieron llevar armas hasta el final del término municipal de Baler, optaron por dejarlas dentro de la iglesia. Fue así como el 2 de junio de 1899, después de 337 días de asedio, 35 hombres salieron de la iglesia. A lo largo de todo ese tiempo, perdieron la vida 19 soldados y otros 6 desertaron. Finalmente, en septiembre regresaron a España y años después se repatriaron los cuerpos de aquellos que fallecieron en el asedio.

El sitio de Balereditar

El 12 de febrero, el vapor "Compañía de Filipinas" arribaba a Baler llevando consigo no solo provisiones para cuatro meses, sino también al recién designado gobernador político-militar de El Príncipe, el capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Fossi, y a los segundos tenientes Alonso y Saturnino Martín Cerezo, quienes se encargarían del destacamento. Asimismo, iban a bordo el supervisor provisional del Cuerpo Médico, con grado de teniente, don Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro, quien por entonces era médico provisional de Sanidad Militar asimilado al rango de teniente, y el padre Gómez Carreño, franciscano párroco de Baler.

Una vez que la marea lo permitió, las tropas de Génova y Roldán partieron rumbo a Manila en la embarcación que había traído a los oficiales. Las provisiones provistas por el "Compañía de Filipinas" serían las últimas que el Ejército español recibiría. Aunque contaban con suficiente munición, la cantidad de raciones era escasa y gran parte de las que habían dejado almacenadas en la iglesia las tropas relevadas estaban en mal estado.

Mientras tanto, al otro lado del mundo, un inexplicable incidente serviría como pretexto para dar inicio a la guerra entre Estados Unidos y España dos meses después. El 15 de febrero, una explosión hizo zozobrar al acorazado estadounidense USS Maine mientras se encontraba anclado en el puerto de La Habana, en Cuba. Inmediatamente después, la prensa sensacionalista de Estados Unidos, tras años de incitar el anti-españolismo, acusó a España de ser responsable del ataque al buque. Sin demora, el gobierno estadounidense movilizó sus tropas en previsión de una inminente guerra. El 25 de febrero, la Escuadra Asiática (la flota estadounidense en el Extremo Oriente)...

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